Poema para James Douglas Morrison

La humanidad se retuerce al sol
como una camada de cachorros
que no ha abierto los ojos,
dorada e irredenta.
Nadie guía el rebaño complacido
hacia los frescos pastos de la noche,
más allá de las puertas;
donde estamos sin razones,
aterradoramente desnudos
ante el extraño que somos.
¿Qué hicimos del amor prometido
como una nueva tierra?
¿Qué fue del viaje hacia el otro lado?
No derribamos los muros,
no podamos las cabezas de los mercaderes
a modo de rosas.
Nunca pudimos vencer al invierno.
Y ahora no estás, Rey Lagarto,
porque la luz que brilla con mayor intensidad
es la más veloz en extinguirse

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